La desesperanza de un gremio

Se buscan culpables; ¿las Jibias o el Arrastre?

Cansados de esperar soluciones los pescadores artesanales lanzan sus anzuelos


Rolucass.


Cada vez más temprano y con menos carga, vuelven los botes a las caletas artesanales, los gastos para salir cada madrugada en busca de la merluza, no disminuyen y el frío de este invierno aumentó.

“La pelea es demasiado injusta” comenta un curtido pescador frente a su lancha, junto a sus espineles, mientras un grupo de personas lo ayuda con “la pega”.

Para este gremio la paciencia se terminó, igual que la merluza. Llevan más de un año en conversaciones con la autoridad, que les ofreció su ayuda, pero al momento nada han recibido.

Este lunes 20 de agosto, cerca de 200 trabajadores de Caleta Sudamericana, El Membrillo, Portales, Higuerillas, Concón y representantes de San Antonio, se reunieron en portales y decidieron tomarse la avenida España y bloquearla con neumáticos encendidos. Para llamar la atención y conseguir una solución a un problema que no es nuevo. Como resultado dos Carabineros y un pescador heridos, cero detenidos.

La pesca industrial, su principal enemigo, obliga a los pescadores artesanales a buscar a los peces cada vez más lejos de la costa, aumentando los riegos y los costos para sus productos, pero eso no es todo, lo poco que consiguen es de un reducido tamaño.

En esta fecha la merluza viene a desovar cerca de la costa, pero son muy pocos los que logran eludir las grandes redes de los barcos industriales, lo que terminará por desaparecer la especie, según Juan Parra, pescador de caleta Portales.

Por otra parte los clientes buscan peces de mayor tamaño y para eso se dirigen a los vendedores de calle Yungay en Valparaíso, que son quienes comercializan parte de la pesca de arrastre. Los clientes que antes eran fieles a las caletas también los están abandonando.

El problema afecta a mil 500 trabajadores de la zona, que señalan a la pesca de arrastre como culpable de su desgracia, la autoridad culpa al aumento de la jibia, un tipo de calamar, depredador natural de la merluza.



La mayoría de los Merluceros se organizan día a día, para poder comer en torno a ollas comunes, de lunes a sábado, las mujeres cocinan, otros prenden el fuego y con mucha vergüenza, otros estiran la mano para conseguir monedas con los transeúntes y turistas del sector.

“Esto no pasaba antes, estoy desde niño en la caleta, primero con mi padre y antes él con mi abuelo, el mar es nuestra forma de vida” frases como estas se repiten de pescador en pescador, “ya no sabemos qué hacer”. De la pesca de un bote dependen muchas personas, cada una con una familia tras ellos, pescadores, limpiadores, encarnadotes y vendedores.

Hoy solo consiguen vender una docena de pequeñas merluzas en mil pesos, y son muy pocas docenas por botes.

“Esto nos perjudica a todos, desde hace mucho tiempo que en Chile nos estamos comiendo las sobras de lo que nuestro mar produce” sentencia Iván Parra, quien ha recorrido todo Chile como pescador.

“De la autoridad solo hemos escuchado promesas de ayuda, pero todavía no llega nada, hasta ahora solo han recibido ayuda de la Iglesia, universidades, colegios y centros de madres” comenta Jorge Pérez

Dos medidas paliativas anunció el subsecretario de pesca para la región, en el corto plazo, se dispuso la entrega de subsidios por 100 mil pesos, entre fondos de capacitación y canastas familiares, por un periodo de cuatro meses. Y una investigación hidroacústica sobre la presencia de la merluza para ver como se está comportando este recurso. Además no descartó que las caletas pesqueras sean declaradas zona de catástrofe. Todo lo anterior será materia de análisis en conjunto con la Intendencia. Según publicó El Mercurio de Valparaíso.

El intendente, Iván de la Maza pretende entregar nuevas tecnologías para que los pescadores dispongan de otras herramientas para la caza de especies submarinas. “Es una forma de salir de la crisis”. Dicho a El Mercurio de Valparaíso.

Eduardo Quiroz, Presidente del Sindicato Nuevo Amanecer de Caleta Portales, advirtió que ahora pelearán con las manos empuñadas y no extendidas como mendigos, y que prefieren morir peleando que de hambre.

Solo resta esperar que la ayuda prometida llegue pronto, para evitar nuevamente escenas como las vistas a principios de esta semana.